jueves, 30 de octubre de 2008

Botoncito verde

Manos que salen de trajes bien cortados aprietan hoy en la ONU el botoncito rojo, verde o amarillo para pronunciarse sobre el bloqueo/embargo*. Las últimas semanas, la tele nos ha lanzado el repertorio completo de cifras, testimonios y análisis sobre los estragos de las restricciones comerciales que padece Cuba. El tema ha sido tan manipulado por los políticos que, desde acá abajo, muchos hemos optado por “ponerle el off” o “apagarle el tabaco”.
Al prever el resultado de las votaciones, me gustaría remitirme al otro asedio, al de cada día. Ese que impide que yo pueda entrar o salir libremente de mi país, que me asocie con un grupo político o cree una pequeña empresa familiar. Un bloqueo interno, construido a base de limitaciones, control y censura, que ha costado a los cubanos cuantiosas pérdidas materiales y espirituales. Pruebo a dejarme llevar por el Granma –tengo que hacer un gran esfuerzo- y trato de encontrarle el protagonismo a esto que hoy se debate en las Naciones Unidas. Salgo a la calle y lo que más salta a la vista son las continuas restricciones que nuestro gobernantes nos imponen; ese muro contra el cual nadie votará hoy en la ONU.
¡Si nos dejaran apretar el botón! ¡Si pudiéramos votar para sacudirnos el cerco que nos bloquea en el interior de la Isla! Yo dejaría mi dedo sobre el botón color verde durante varios días.
* Me resisto a llamarlo de ninguna de las dos formas acuñadas –ya saben lo malcriados que somos los lingüistas con esas cosas-. En mis conversaciones cotidianas le digo simplemente “el pretexto”, la torpe “justificación” que le sienta tan bien a quienes nos bloquean aquí adentro.
El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original। En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra।
Atte. Abel Desestress
Direccion del Blog Original: http://desdecuba.com/generaciony/

sábado, 25 de octubre de 2008

De etiquetas y listas


El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original. En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra.
Atte. Abel Desestress
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Meter en gavetas, clasificar y etiquetar no es tarea sólo de oficinistas o burócratas. Hay quienes sienten un gusto especial en colgarle rótulos a los ciudadanos. El arte de ponernos en listas por categorías ha sido una práctica habitual durante las últimas décadas en Cuba. Un día vas a parar al directorio de los “incómodos” o al manso listado de los “colaboradores”. Las delaciones pueden sacarte del estante de los “seguidores” y llevarte al complicado file de los “enemigos”. Hay quienes entran al listado con las siglas “CR”, que representan el adjetivo más usado contra los que piensan diferente: contrarrevolucionario.
A los archivadores les saca del paso no saber en qué inventario van a poner a un individuo. Se molestan cuando sus viejas categorías no funcionan para los fenómenos que recién surgen. A estos “rotuladores de la opinión” les vendría bien incorporar nuevos adjetivos a su gastado repertorio, pues casi nadie pestañea ya cuando lo tildan de “empleado del Imperio”. La esquemática estantería donde han ido colocando a los cubanos está llena de comején, pero tristemente nosotros mismos seguimos usando los epítetos que “ellos” nos inventaron.
Me he negado a estar en cualquier lista y sin embargo ¡estoy en tantas! Preferiría, no obstante, la fila india de los que quieren terminar con esos ridículos catálogos de ciudadanos. Confío en que un día baste el gentilicio de esta tierra, para saber en cuál enumeración nos ubicamos todos.
Esa soy yo. ¿Y tú, en qué lista estás?

lunes, 20 de octubre de 2008

Cuadrito concentrado


El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original. En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra.
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Discutí con una señora en la cola de la malanga. Ella quería colar a dos amigas y yo calculé que así yo no alcanzaría las diez libras de vianda –racionada desde el paso de los huracanes-. Al final, dejé que las dos viejitas se pusieran y ni las insulté cuando el vendedor me anunció “¡Se acabó!”. Es que me deprime fajarme por comida; quizás por eso estoy tan flaca. En la beca donde estudié el preuniversitario, nunca tuve garras para coger una mejor ración, como sí las obtenían los más fuertes. Cuando me veo reducida a pelear para alcanzar un alimento me siento mal y prefiero llegar a casa con la jaba vacía. Claro que a mi familia no le hacen ninguna gracias mis excesos pacifistas.
Para consolarlos, compré unos cuadritos concentrados de sopa. Que viene a ser la comida más usual para la gran mayoría de los habitantes de esta ciudad. Cuando algún despistado turista me pregunta cuál es el plato típico de la comida cubana, le respondo que de ese ni me acuerdo, pero sí conozco las recetas más comunes y cotidianas. Le enumero el “arroz con cuadrito de costilla”, “arroz con perrito caliente”, “arroz con concentrado de bacon” o el manjar de “arroz con un cubito de pollo y tomate”. Este último tiene un color entre rosado y naranja que resulta muy divertido.
Si constantemente estamos digiriendo noticias pre-cocinadas en la tele, discursos enlatados y pasados de fecha de caducidad, cuadritos de paciencia y espera para soportar el día a día, qué más da que nuestro plato refleje también esos acres sabores.
Así que me resigno y compro el dichoso placebo que me hará creer que el arroz contiene una sabrosa costilla o un pedazo de pollo. Después de una “complejísima” elaboración pongo sobre la mesa el humeante plato. Mi hijo, al sentir el olor, me pregunta con reproche: “¿Por qué no peleaste más en la cola de la malanga?”
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sábado, 18 de octubre de 2008

La peluda cola del gato


El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original. En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra.
Atte. Abel Desestress
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Aunque la persecución se ha anunciado contra los que desvíen recursos, especulen con los precios o hurten alimentos, el mercado oficial también ha colapsado por estos días. En un breve recorrido por las cafeterías estatales de mi barrio, pude comprobar la reducción de las ofertas. Un restaurante en pesos convertibles y especializado en pescado no vende ya pizzas de camarones ni arroz a la marinera. ¿Por qué? Porque en esta Isla nada puede escapar a la presencia del trapicheo informal, a los brazos que en la sombra de la ilegalidad sostienen hasta lo que parecía ciento por ciento estatal.
Para mantener las ventas en las cafeterías y restaurantes, evidentemente se necesitaban los suministros del mercado negro. Una buena parte de lo que se vendía bajo la máscara de ser asignado de forma oficial, en realidad había sido comprada por los propios empleados a vendedores informales. Con los recursos que las empresas distribuidoras de alimentos colocan en los centros públicos no se podría mantener una oferta constante. Los camareros y administradores de esos sitios trabajaban allí fundamentalmente por la ganancia extra-salarial que dejaba la venta de estos productos ilegales. Al no poder obtener estos dividendos, han perdido el interés de tener la tablilla de anuncios llena y los clientes lo notan.
Por la obsesión de cazar al ratón, el gato ha visto atrapada su propia cola en la trampa. Esa peluda prolongación de ilegalidad y corrupción que al cortársela lo desangra en poco tiempo.

lunes, 13 de octubre de 2008

¿Qué fue primero?


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Precios disparados los que por estos días muestra el mercado informal. Un huevo ha llegado a costar la elevada cifra de cuatro pesos cubanos –el tercio del salario medio de una jornada laboral–. Pero el bolsillo de los compradores no ha sido el más afectado; para los que vendan ilegalmente este producto, las condenas pueden llegar a dos años de privación de libertad. La medida busca eliminar el trapicheo de estas posturas, posterior a la hecatombe que ocasionaron los huracanes Ike y Gustav en las granjas avícolas. Osados comerciantes de la bolsa negra son procesados en juicios sumarios como escarmiento para quienes mercadean ilícitamente con comida, materiales de construcción o medicinas.
Nuestros policías –largamente entrenados en detectar carne de res, queso, camarones y leche en polvo– ahora también rastrean los huevos. El resultado más inmediato de esta nueva razia es la desaparición de ciertos productos que sólo nos llegaban gracias a los vendedores que tocaban a nuestras puertas. Por estos días, pregonar “Huevoooooos” puede ser más peligroso que gritar una consigna antigubernamental. Bueno, no hay que exagerar, la opinión siempre ha sido más castigada.
La nueva ola contra el mercado informal nos ha ayudado a resolver el acertijo de “¿Qué fue primero?” Ahora ya sabemos que al principio fue el huevo, después arrestaron a los que vendían dulces caseros, más tarde fueron procesados los que protestaban por el elevado precio del combustible y finalmente el castigo llegó a aquellos que narraron la escasez de productos en los mercados agrícolas. Para cuando le llegue el turno a los que trafican con la gallina, ya las condenas excederán el cálculo de una vida humana.
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lunes, 6 de octubre de 2008

Una valla para cubrirse


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El sábado aprovechamos que una amiga iba rumbo a Pinar del Río y nos fuimos en su carro con algunas donaciones para los afectados. Ropa y comida regaladas por gente que tiene poco, pero con ganas de ayudar a quienes tienen menos. Esa solidaridad entre ciudadanos que, aunque parezca insignificante comparada con la que pueden dar los gobiernos y las ONGs, no debe dejar de hacerse. El destino final de las cosas recolectadas fue el pueblo de Consolación del Norte y los pequeños caseríos colindantes, algunos de los cuales todavía no tienen electricidad.
En la carretera sorprende ver cuán rápido se han restablecido todas las vallas políticas. Estos carteles serían más prácticos como techos para casas, que en su función actual de propaganda ideológica. Uno de esos gigantescos posters de metal bastaría para cubrir alguna de las viviendas en las que todavía sus moradores duermen bajo las estrellas. ¿Se imaginan tener como cubierta uno que diga “Sólo de nuestro trabajo podrán salir los recursos”? Vivir bajo semejante perogrullada no sería muy agradable, pero al menos se está a salvo de la lluvia.
Volví y confirmé que la recuperación tardará años, que la esperanza escasea y que lo peor puede estar por llegar, cuando el entusiasmo de la ayuda pase. La policía ha recrudecido los controles en la carretera, para evitar el trasiego de mercancías hacia el mercado informal. Malas noticias para todos aquellos que dependemos, en gran medida, de los vendedores que tocan a nuestra puerta. Una intensa campaña contra el desvío de recursos, los precios altos en los mercados agrícolas y todo aquel que propale rumores negativos, nos advierte de lo que vendrá. Ya sabemos que esas ofensivas comienzan por atacar lo ilegal y evolucionan hasta restringir los pocos espacios de opinión y perseguir incluso a los vendedores de maní. La condición de “plaza sitiada” se acentúa, por lo que no me sorprenderían algunos ejemplarizantes procesos jurídicos en aras de “conservar el socialismo”.
Estos dos huracanes nos han dejado atrapados en un cuadro que ya conocemos. El de un Estado que intenta resolver con centralismo, control, amenazas legales y mano dura lo que debería solucionar con apertura, espacio a la iniciativa privada, libertades y reformas.