martes, 30 de diciembre de 2008

El cese de los subsidios


El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original। En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra.

Atte। Abel Desestress


El tedio de este fin de año me llevó a ver el monótono espectáculo de nuestros parlamentarios en su última reunión del 2008. La fórmula de plantear problemas sin señalar las verdaderas causas, volvió -este diciembre- a la sala del Palacio de las Convenciones. Todo un estilo de decir, que comienza con una reverencia inicial más o menos así: “Nuestra Revolución ha hecho mucho por mejorar el comercio minorista, aún así subsisten problemas…” Sin esa indispensable genuflexión, se podría incurrir en un atrevimiento no permitido o ser señalado de hipercrítico e ingrato.
El discurso final hecho por Raúl Castro reafirmó la idea de terminar con los subsidios. Al escuchar esa frase, se tiende a pensar sólo en el cese de la cuota racionada de alimentos que recibimos los cubanos. Pero el llamado a erradicar precios simbólicos y gratuidades innecesarias es un arma de doble filo, que puede terminar hiriendo a quien la porta. Si fuésemos consecuentes con la eliminación del paternalismo, habría que comenzar rebajando la carga que significa el mantenimiento de esa obesa infraestructura estatal que alimentamos con nuestros bolsillos. Un trabajador que produce acero, níquel, ron, tabacos o está empleado en el bar de un hotel, recibe una minúscula porción de la venta de su producción o del costo real de sus servicios. El resto va directamente a subsidiar un insaciable Estado.
Entre el simbólico precio de una libra de arroz en el racionamiento o la enorme “tajada” de nuestros sueldos que se llevan quienes nos gobiernan, somos más emisores que receptores de subsidios. Erradicarlos debería ser nuestro slogan, no el de ellos.
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viernes, 12 de diciembre de 2008

Arena fina


El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original। En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra.


Finalmente comenzamos el itinerario blogger. No sirvieron de mucho los gritos recibidos en la estación de policía, el constante operativo que tenemos sobre nosotros desde el jueves pasado y la prohibición de viajar a Pinar del Río. Hemos terminado por hallar las rendijas entre los dedos de los censores, por las cuales la arena fina de la información y el conocimiento ha logrado escabullirse.
El inicio de este encuentro, al que ningún participante quiso llamarle evento, ha transcurrido de forma apacible, sin aspavientos mediáticos ni pretensiones clandestinas. En nada se ha parecido a esos congresos, conferencias y simposios en los que hay una mesa presidencial colocada delante de un telón. No hemos sucumbido a crear una de esas consignas de cartón que marcan la pauta a seguir, ni siquiera llevamos credenciales o solapines.
Logramos dar el primer paso, porque “ellos” sólo esperaban el desafío o la cancelación, pero no previeron que el fenómeno blogger tiene una y mil maneras de camuflarse. Usaron sus viejos métodos de coacción, sin percatarse que a las criaturas de la virtualidad nadie les pone riendas reales. Al prohibir la sesión inaugural, sólo han conseguido develarnos las tantas posibilidades de difuminar este itinerario, sin necesidad de trasladarnos de una provincia a otra.
En unos días quedará inaugurado un sitio web para albergar las discusiones que han estado ocurriendo y lanzaremos la convocatoria a un concurso de blogs para el año 2009. Esas minúsculas partículas de ciberespacio que son nuestras bitácoras, ya les han abierto cauces en las manos a los intransigentes. Ellos –de tan pequeñas– ni las han visto pasar.
La nota de prensa redactada en conjunto por todos los participantes la pueden leer aquí.
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viernes, 5 de diciembre de 2008

Un extraviado monosílabo



Un poema –en los años noventa– ironizaba sobre la desaparición de varios productos agrícolas de las mesas cubanas*. Su autor nunca firmó los simpáticos versos, pero el estilo mordaz señalaba directamente a un conocido escritor. Eran los años en que el CAME se había ido a bolina junto con el campo socialista y nuestros ombligos se aproximaban –dolorosamente– al espinazo. Las viandas parecían haber partido hacia el exilio, dejándonos un punzante recuerdo de su blandura.

El boniato, el plátano y la yuca regresaron más tarde, cuando la explosión social de 1994 obligó al gobierno a abrir los satanizados mercados libres. Encontramos sobre sus tarimas las variedades de tubérculos que habían acompañado asiduamente los platos de nuestros abuelos, pero a un precio que no se correspondía con los simbólicos salarios que recibíamos. Aún así, allí estaban. Con exprimir un tanto los bolsillos podía hacerse un suave puré de malanga, para iniciar a un bebé en las lides de la comida.

Mientras esos productos nacionales regresaban, llegaron algunos foráneos a suplantar a los criollos. En los hoteles comenzaron a comprarse naranjas y mangos de República Dominicana, flores de Cancún y piñas de otras Islas del Caribe. En las cocinas se hizo común un extracto importado de limón para suplir el perdido cítrico tan usado en salsas y adobos. La azúcar se trajo de Brasil y un paquete de zanahorias congeladas era más fácil de hallar que las larguiruchas que crecían bajo nuestra tierra. Sólo la guayaba no encontró competencia en las desacertadas importaciones y se irguió –dignamente– en sustitución de todas las otras frutas perdidas.

El colmo me ha llegado hace un par de semanas, cuando al recibir la cuota de sal que dan por el racionamiento, he comprobado que viene de Chile. No logro conciliar nuestros 5 746 kilómetros de costas con este paquete blanco y azul transportado desde el Sur. Si nuestro mar sigue igual de salado, qué fue lo que ocurrió para que sus minúsculos cristales ya no lleguen a mi salero. No ha sido la naturaleza –no le echemos otra vez la culpa a ella– sino este sistema económico disfuncional, esta apatía productiva y la tremenda subestimación a todo lo nacional que nos embarga. Tampoco ha sido el bloqueo.

Ahora, habría que rehacer el sarcástico poema de los productos extinguidos y agregarle un breve y extraviado monosílabo: sal.

*

La yuca, que venía de Lituana

el mango, dulce fruto de Cracovia

el ñame, que es oriundo de Varsovia

y el café que se siembra en Alemania.

La malanga amarilla de Rumania

el boniato moldavo y su dulzura

de Liberia el mamey con su textura

y el verde plátano que cultiva Ucrania.

Todo eso falta y no por culpa nuestra

para cumplir el plan alimentario

se libra una batalla ruda, intensa.

Y ya tenemos la primera muestra

de que se hace el esfuerzo necesario:

hay comida en la tele y en la prensa.


El Blog de Yoani Sánchez, es reproducido fielmente del blog original. En un intento de expandir aun más la voz de esta joven bloguera, prisionera en su propia tierra.
Atte. Abel Desestress
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martes, 2 de diciembre de 2008

"El triunfo del espíritu es elevar la conciencia, para desechar la mente" (Abel Desestress)



Faltan las marchas
Escrito por: Yoani Sanchez en Generación Y , Noviembre,30,2008


Algo brilla por su ausencia en nuestro paisaje cotidiano. Esas convocatorias a marchar, que hace dos años eran ta
clarin.com 02 Dic 2008




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